25 marzo 2012

Cualquier cosa que hagas... Clayton Kershaw ha dominado a Tim Lincecum, y el abridor de S.F. quiere revancha

Clayton Kershaw viene de ganar el Cy Young y de dominar a Tim Lincecum en sus duelos personales 


UNO NO ASISTE a una sesión de preguntas y respuestas en una reunión comunitaria del béisbol de Grandes Ligas buscando entendimiento. El formato es algodón de azúcar para el alma del abonado -- bajo en intensidad y alto en idolatría. Existe la rara vez, sin embargo, cuando una pregunta vacua accidentalmente se vuelve mordaz. Como ésta, arrojada en la dirección del receptor de los Gigantes y reciente padre de mellizos Buster Posey: ¿Preferirías levantarte a la medianoche con dos mellizos gritando o batear contra Clayton Kershaw? Posey ofreció la respuesta que es de anticiparse pero por una razón que tal vez no se esperaría. "Kershaw, quiero darle guerra a él", él dijo. "Se lo debemos".
Su respuesta no provocó la risa exagerada habitual que alimenta la mayoría de las interacciones entre aficionados y jugadores. De hecho, nadie rió. El público pareció captar la seriedad del tono, acentuado por la determinación en la cara de Posey y la reacción del lanzador de los San Francisco Giants Tim Lincecum, quien estaba sentado cerca y asintió con la cabeza con una insensibilidad muy poco característica de Lincecum.
Para esto, hay una explicación simple: Lincecum contra Kershaw, la rivalidad monticular de nuestra era. Ellos se enfrentaron cuatro veces el año pasado, por una casualidad fortuita del calendario, y Kershaw ganó las cuatro citas. Fue un motivo de orgullo para los Los Angeles Dodgers; fue como reflujo gástrico para los Gigantes.
Pero sugerir que los números austeros cuentan la historia (Kershaw 4-0, Lincecum 0-3 y un partido sin decisión) es no entender lo esencial. Los choques Lincecum-Kershaw fueron novelas épicas que hacían recordar la primera mitad de la década de los '60, cuando la lomita era alta y los bates estaban muertos. Cada uno de los partidos finalizó en 1-0 o 2-1, y los abridores duraron al menos siete entradas. Según el Elias Sports Bureau, la última vez que dos lanzadores en sus respectivas plenitudes para ganar premios se midieron en una serie de cuatro partidos fue en 1975, cuando el reinante ganador del Cy Young Catfish Hunter se batió a duelo con Jim Palmer. Terminaron con marca de 2-2, y Palmer se llevó los próximos dos Cy Young.
Además, Lincecum-Kershaw es también la historia de una pareja improbable. Ellos compartieron espacio en la primera ronda del sorteo del 2006 -- Kershaw, quien salió de la escuela secundarla como la séptima selección, Lincecum, quien salió de la Universidad de Washington como la 10ma. selección -- y poco más. Lincecum, la maravilla kinestética del béisbol, es de una de las especies más raras: un diestro pequeño que superó al reconocido prejuicio contra el tamaño en el béisbol y ganó premios Cy Young consecutivos en el 2008 y el 2009. Kershaw, el ganador del premio Cy Young el año pasado, es un lanzador cliché: un zurdo poderoso, de 6 pies 3 pulgadas y 225 libras, cuyo talento no requería métrica estadística avanzada o reclutamiento particularmente astuto. El béisbol es curioso en ese sentido. Un tipo con el físico de Lincecum es dudado por las cosas que puede hacer. Un tipo con el físico de Kershaw es excusado por las cosas que no puede hacer.
Su competencia en ciernes es especial porque se dio de manera orgánica, convirtiéndose en una gran rivalidad dentro de una rivalidad ya grandiosa, con cada partido construyendo sobre el previo para crear un retrato fascinante de la historia viviente. "Yo espero que estén hablando sobre ello de aquí a 50 años", dice el dirigente de los Gigantes Bruce Bochy. "Cada era tiene enfentamientos especiales, y yo presiento que éste seguirá por un rato".
Lincecum contra Kershaw, 1er. partido-31 de marzo, Día Inaugural, Dodger Stadium
Mike MacDougal, relevista de los Dodgers: Tienes a dos de los mejores tipos en la liga como abridores. Yo pienso, Voy a tener el día libre. Nadie puede conectarle a ninguno de estos dos.
Don Mattingly, dirigente de los Dodgers: Ese partido dio paso a la explosión de Clayton. Nosotros sabíamos lo que teníamos, pero él comenzó mostrando que podía mantener bajo su número de envíos, utilizar más de sus lanzamientos, conseguir outs temprano pero aún así sumar bastantes ponches. Él no se ponía en 0-2 y entonces esperaba al 3-2 para despachar a un hombre. Su actitud era, Cerremos este capítulo lo antes posible.
Éste era un deporte para aquellos que prefieren sus agüeros solos, sin una copita de licor después. Lincecum concedió una carrera sucia y perdió. Kershaw avanzó al lanzar siete entradas de blanqueada. Ambos equipos le anotaron una carrera a los relevistas.

Resultado Final
Dodgers 2, Gigantes 1
Kershaw 7EL 4H 0D 0CL 1BB 9P
Lincecum 7EL 5H 1D 0CL 3BB 5P


No fue difícil predecir la llegada de Kershaw. Igual que los meteorólogos siguen los grupos de nubes con satélites, cualquiera que jamás aguantó un bate sabía que el estrellato era inevitable. De muchas maneras, su aparición siguió el mismo paso de la tormenta que la de Lincecum: predecible y asombrosa.
Kershaw tenía 21 años en el 2009, su primera temporada completa, cuando lideró la Liga Nacional en hits permitidos por cada nueve entradas (6.3). El año siguiente, él ponchó a 212 y tuvo una efectividad de 2.91. Incluso antes de la temporada de 248 ponches el año pasado, él promedió más de un chocolate por episodio. Pero si sus primeras tres temporadas fueron una invitación a la fiesta, la última temporada fue la juerga.
Él ganó el premio Cy Young y la triple corona de pitcheo en la Nacional, pero vivió su mejor momento en sus cinco victorias sobre los Gigantes, campeones defensores. (Él venció a Madison Bumgarner una vez, para variarle.) Los Gigantes terminaron cuatro fuera de la punta en la lucha por el comodín, así que fácilmente podrían preguntarse donde pueden haber estado de no haberse topado con Kershaw.
Bochy y su cuerpo de entrenadores estuvieron a cargo del equipo de la Liga Nacional en el Juego de Estrellas el pasado mes de julio. Un día antes del partido, el coach de pitcheo de los Gigantes Dave Righetti atravesó la casa club delineándole sus intenciones a cada lanzador. Le dijo a Kershaw que definitivamente recibiría una entrada, pero antes de proseguir al siguiente casillero, Righetti dijo: "Es posible que tú seas el mejor tipo aquí. Solo que no lo sabes todavía".
Aún es difícil distinguir si él lo sabe ahora. Su humildad aparenta nacerle sinceramente. Una de las primeras cosas que él hizo luego de ganar el premio Cy Young fue decirle a los Dodgers que quería que el coach de pitcheo Rick Honeycutt asistiese a la ceremonia en Nueva York. Más allá de su viaje de 10 días para África, él pasó la temporada muerta en casa en Dallas, diligentemente llamando a su entrenador de escuela secundaria para pedir permiso cada vez que necesitaba lanzar.
Fred Oliver, el entrenador en la Escuela Secundaria Highland Park, tiene un acento texano pesado y las frases oportunas de un comediante. "Antes de que él partiera rumbo a Arizona, Clayton me llamó por teléfono y preguntó si podía venir y lanzar una sesión de bullpen", Oliver recuenta. "Yo dije, 'Seguro, tendré un receptor para ti'.
"Clayton estaba corriendo y estirándose cerca del bullpen, y mi receptor no lo había visto. Él me dijo: 'Profesor, no me siento muy bien. Pienso que debo irme a casa'."
Oliver miró al joven y le dijo: "Hijo, tienes dos opciones: 1) Puedes irte a tu casa y dejar que tu mamá te mime un poco para que te sientas mejor, o 2) puedes decirle a tus nietos que atrapaste los lanzamientos de un ganador del premio Cy Young cuando cursabas el cuarto año de la escuela secundaria".
Los ojos del joven se ensancharon. Ya se veía mejor. "¿Clayton está aquí?" él preguntó. "Entonces me quedo".
Lincecum contra Kershaw, 2do. partido 20 de julio, AT&T Park
Javy Guerra, cerrador de los Dodgers: Nunca lo olvidaré: Un partido diurno en el AT&T, Dodgers-Gigantes, casa llena. Clayton salió repartiendo fuego. Debo decir que ambos tipos lo hicieron.
Lincecum: Clayton cambió su modo de lanzar a medida que avanzaba. El primer partido fueron mayormente rectas. En este partido eligió muchas rectas cortadas de 90 mph.
Brian Wilson, cerrador de los Gigantes: Kershaw poncharía a dos, Timmy poncharía a dos. Kershaw no permitiría un indiscutible, Timmy no permitiría un indiscutible.
Righetti: Es como ver una jauría de perros. Los perros se hace pruebas los unos a los otros, se molestan los unos a los otros. Eso tenemos aquí.
Guerra: Usualmente comienzo mi rutina en la séptima entrada. Bajo al bullpen, me estiro y corro un poco. En este partido, no sé por qué, pero la comencé en el sexto. Yo estaba emocionadísimo. Extra listo.
El receptor de los Dodgers Dioner Navarro (ahora con los Rojos) rompió el partido sin carrera con un cuadrangular para arrancar la séptima.
Guerra: Una ventaja de 1-0 entrando a la novena. Y ahora es mi turno. Siempre que un tipo lanza ocho entradas fuertes, no puedes desperdiciarlo. Solo puedes pensar, Cierra la puerta. Tu corazón se acelera.

Resultado Final
Dodgers 1, Gigantes 0
Kershaw 8EL 3H 0D 0CL 1BB 12P
Lincecum 7EL 5H 1D 1CL 4BB 7P


La tranquilidad con pelo largo de Lincecum consigue tapar la ferocidad de adentro. La apariencia, que exuda desinterés casual, es en parte diversión, en parte mentira. En el fondo, Lincecum es un pelotero de la vieja escuela, Bob Gibson en ropa de patinador de patineta.
Hasta hace poco, él no le veía utilidad alguna a correr. En son de broma le dijo a Bochy, "Yo no llevo la pelota corriendo al plato, ¿no?" Él nunca se aplica hielo, adheriéndose al lema de su padre de que "el hielo es para los cocteles". Sin embargo, él es el mejor atleta en la plantilla, consistentemente el mejor del equipo cuando les hacen pruebas ajenas al béisbol como el salto vertical. "Tenemos algunos atletas buenos", Bochy dice, "pero este tipo está ridículo. Puedo haber sido un gimnasta".
Lincecum renunció a la comida chatarra este invierno y perdió el peso (más de 20 libras) que aumentó el año pasado en un intento equivocado por igualar el peso con la velocidad y resistencia. "Su velocidad viene de sus caderas", dice el locutor de los Gigantes Mike Krukow. "Él no era tan rápido con el peso adicional. Él sabe eso ahora".
Y, ¿cómo definir la frase "buen compañero de equipo?" Tal vez de esta manera: A lo largo de toda la temporada 2011, de los días interminables en que Aaron Rowand fue el primer bate y el ciclo continuo de los batazos de dos botes a segunda de Aubrey Huff, Lincecum no se quejó jamás sobre la falta de apoyo. Lanzando para la ofensiva menos anotadora de la Liga Nacional en las pasadas 19 temporadas, un equipo para el cual un conteo de tres bolas constituía un repunte, un equipo que no logró anotar cuando él estaba en el montículo en 10 de sus salidas, él nunca implicó que podría ser incluso un poco molesto tener una marca de 13-14, pese a una efectividad de 2.74.
Él recibió múltiples oportunidades para lamentar su destino, pero nadó por el lado de la carnada como un pez que comprende las ramificaciones del gancho de metal.
Lincecum contra Kershaw, 3er. partido 9(de septiembre, AT&T Park
En la parte baja de la primera entrada, el primer bate de los Gigantes Justin Christian se embasó gracias a un error. Se robó segunda y anotó con un sencillo de Pablo Sandoval. Los Gigantes disfrutaban de su primera ventaja del 2011 contra Kershaw.
Mattingly: Clayton estaba cabreado. Cabreado. Lo podías ver en su rostro: "No puedo conceder carreras". Lo observé entrar a la cueva y pensé, Hmm, eso es un poco diferente. Ellos no pueden decir que no tratan la situación de otra forma, pero ese momento me reveló algo.
Chris Stewart, receptor de los Gigantes: Una vez anotamos una carrera en la primera entrada, en el dugout estábamos pensando que éste podría ser al fin el partido en que anotamos más de una contra él.
Después del primero, Kershaw registró seis ceros. Lincecum registró siete. Los Gigantes cargaron esa ventaja de 1-0 hasta el octavo, cuando Matt Kemp conectó un sencillo de bate roto de 20 pies con dos outs. Se robó segunda. En un lanzamiento de 3-1 con la primera base abierta, Juan Rivera bateó una línea que botó por el medio y rodó al jardín central. Kemp anotó para empatar el marcador. Santiago Casilla relevó a Lincecum para el noveno, pero la carrera ganadora de los Dodgers siguió el patrón: sencillo, sacrificio, lanzamiento sin control y una jugada de selección para anotar la carrera.
Stewart: Tantos partidos al hilo definidos por una carrera -- ¿cuáles son las probabilidades? Nosotros estábamos ganando en el octavo, y eso era nuevo. Estaba 1-0 y Timmy lanzaba de manera fenomenal. Pero después de que conseguimos esa carrera, Kershaw simplemente no nos dio cabida. Era tan frustrante.
Los Gigantes quedaron rezagados por 8.5 partidos al faltar 18 por jugar. Después del encuentro, Lincecum le dijo a los reporteros, "No nos estamos esforzando por hundirnos".

Resultado Final
Dodgers 2, Gigantes 1
Kershaw 8EL 3H 1D 0CL 1BB 9P
Lincecum 8EL 6H 1D 1CL 2BB 6P


Lincecum contra Kershaw, Intermedio: Comentario sobre rivalidades
Lincecum: Yo lanzé contra Ian Kennedy en la universidad cuando él jugaba para USC. Él hacía lo mismo que está haciendo ahora mismo. No recuerdo cómo concluyó la marca de la serie, pero recuerdo un partido en que lanzé una curva, y tan pronto la solté, sabía que debí haber elegido la recta. Un zurdo la botó para un jonrón pareció que la pelota chocó con su bate. Eso fue todo. Fin del partido. Kennedy no cedió nada más después de eso. Así que es territorio familiar para mí.
Kershaw: En la escuela secundaria, las rivalidades parecen mucho mayores porque lo tomabas personal. En Highland Park, Wiley era uno de nuestros grandes rivales. Eran los peores, simplemente pésimos. Ellos eran creativos y graciosos, pero no era gracioso desde nuestro punto de vista. Ellos tomaban unos palos cortos de metal y pegaban con ellos contra la barandilla de metal del dugout mientras yo lanzaba. Yo miraba hacia allá y pensaba, Estoy seguro de que eso les molesta más a ustedes que a mí. Era tan ensordecedor, que era increíble. Yo era un poco más inmaduro en la sedundaria, así que respondía enfadándome un poco más de lo que debí haber hecho. Intentaba lanzar la pelota con tanta fuerza como podía cada vez. Seguía tratando de conseguir el out, pero lanzaba de una manera en la que probablemente no debí haber hecho.
No parece posible convocar animosidad personal hacia Clayton Kershaw. En primer lugar, él parece como si pudiera representar a un Huck Finn posadolescente. Y si alguna oración en el idioma inglés puede disolver hasta el más escaso potencial para la hostilidad, es ésta: Él y su esposa, Ellen, están construyendo un orfanato en África.
Si él tiene un defecto, desde la perspectiva de alguien que intenta darle vida a la rivalidad, es que irradia calma. Él rara vez habla sobre Tim Lincecum o sus partidos directamente, y en vez elige llenar la conversación con confeti retórico como por ejemplo, "Él es un gran lanzador, simplemente eléctrico". Él no dirá nada ni remotamente inflamable.
"El proceso de razonamiento es el mismo no importa a quién enfrentas", Kershaw dice. "Intentas ser bueno a toda costa, y el oponente no importa. Yo respeto quién es [Lincecum] como lanzador, pero en realidad no cambia nada sobre mí".
El enfoque de Kershaw es tan estricto que él se negó a desviarse de su régimen de lanzar en la temporada muerta, incluso cuando él y su esposa visitaron el orfanato en Zambia. Él y el hermano de Ellen, John, quien los acompañó en el viaje, llevaron a cabo sesiones de lanzamiento largo en campos de fútbol. "La gente allí no sabe lo que es el béisbol", Kershaw dice, "pero estoy seguro de que lo hallan gracioso".
Lincecum contra Kershaw, 4to. partido-20 de septiembre, Dodger Stadium
Los San Francisco Giants llegaron con una racha ganadora de ocho partidos consecutivos. El esfuerzo tardío había puesto a su alcance un final milagroso para alcanzar a los Bravos en picada o los enrachados Cardinals por la plaza de comodín en la Liga Nacional. Lo único que no podían hacer era perder. Entonces llegó Kershaw, en su penúltima salida de la temporada, con marca de 19-5 y a sabiendas de que una temporada de 20 victorias casi seguro le garantizaría el premio Cy Young.
Lincecum: Se convirtió en una pequeña broma. Yo miraba la tarjeta de alineación y decía: Bien, ¿a quién me enfrento hoy? Ah, ¿Kershaw? ¿Otra vez? Eso es fantástico. Entonces salía y concedía dos carreras en las primeras dos entradas. Me decía, "C---, eso es exactamente lo que no necesitábamos".
Righetti: Si me hubieran escuchado en la cueva, maldiciendo y refunfuñando, sabrían cuán frustrante era. En una ocasión cuando era el turno de Timmy para batear en esa entrada, yo dije, "Encuentra la manera de hacer algo". Él dijo: "Lo sé, pero ¿qué voy a hacer? No puedo batear contra ese tipo tampoco". Yo dije: "No lo sé -- medio swing, tal vez consigas una baratija. Solo haz algo".
Lincecum: Supongo que yo necesitaba batear un jonrón. Eso no iba a suceder.
Righetti: Su hombre simplemente no concedió carreras. Fue una locura.
Lincecum: Nunca se sintió como un partido reñido.

Resultado Final
Los Angeles Dodgers 2, San Francisco Giants 1
Kershaw 7.1EL 6H 1D 1CL 2BB 6P
Lincecum 7EL 8H 2D 2CL 3BB 5P


Encarando una nueva temporada, uno no puede evitar preguntarse si se cumplirá el deseo de Bochy. ¿Recordaremos los cuatro enfrentamientos del 2011, o serán suplantados por aquellos que aún no hemos visto? ¿Acaso Lincecum-Kershaw será un tema de conversación en el 2062?
"Yo conozco a dos tipos que lo recordarán", Krukow dice. "Cuando ellos se hayan retirado, se encontrarán por casualidad en algún sitio, quizás un bar en Lahaina, y se sentarán a hablar. Ellos recordarán cada ... lanzamiento ... individual".
Hasta este momento la rivalidad es unilateral, así que Lincecum necesita unas cuantas victorias (lo cual significa unas cuantas carreras). Su oportunidad podría llegar el 8 de mayo si se alínean las estrellas -- si ambos juegan el partido inaugural de sus temporadas respectivas y se atienen a la rotación de cinco partidos. Pero como Posey les dirá, el preámbulo ya se escribió. Ellos tienen una deuda con el zurdo joven y serio. Ellos creen que la deuda está atrasada, es hora de contabilizar. Todos los involucrados juran que no es nada personal, pero no se puede negar que es algo profesional. Extremadamente profesional.

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