03 febrero 2013

La Serie del Caribe tiene salvación




.- A pesar de la propia Confederación del Caribe, que se opone a aplicar más cambios. Aunque una gruesa parte de la afición piense, con razón, que es un torneo esclerótico, periclitado.

Las visitas que recibimos en el blog por esta época del año nos prueban que al gran público todavía le llama la atención el torneo regional, pero el desencanto acumulado con la cita hace que ese interés se mantenga sólo mientras haya chance de celebrar un título a través de la expedición venezolana.

Eso nos hace creer en una teoría personal: ante la escasez de justas que permitan constatar el avance o no, la supremacía o el retroceso competitivo de la pelota venezolana, la Serie del Caribe sigue siendo un escenario donde medir nuestro orgullo nacional frente a los adversarios naturales, especialmente República Dominicana, el otro gran exportador de peloteros a las grandes ligas y la referencia que la fanaticada se impone al tratar de evaluar si Venezuela ya es el país número uno de América Latina en producción de talento peloteril.

La Serie del Caribe tiene salvación, pero sólo si cambia radicalmente.

Un modo, el único aceptado hasta ahora, ha sido la introducción de un juego final, un choque decisivo que confrontará a los dos mejores clasificados del todos contra todos, que se disputa desde este viernes hasta el 7 de febrero.

México y Venezuela han propuesto medidas más amplias, incluir nuevos participantes y modificar aún más el formato de competencia, sin descartar ni siquiera la creación de grupos eliminatorios. 

Puerto Rico y República Dominicana se han opuesto y no ha habido una posición activa en favor de los cambios por parte del comisionado Juan Francisco Puello Herrera, quien fue, antes de su cargo actual, presidente de la Liga Dominicana de Beisbol.

Hace 12 años, los mexicanos hasta llegaron a proponer la creación de una especie de Liga de Campeones, con dos representantes por país y eliminatorias a ida y vuelta entre octubre y enero. Se descartó, debido a los inmensos costos económicos, especialmente por los vuelos al Pacífico norte azteca.

Cualesquiera sean los cambios, ojalá terminen por atreverse y comiencen por incluir a las naciones latinoamericanas que poseen ligas profesionales.

El nivel competitivo de los circuitos en Nicaragua, Panamá y Colombia no puede seguir siendo la excusa para mantenerles fuera. México fue en algún momento la Cenicienta de la justa y hoy es un sólido contendor.

El mejor nivel obligará a los que ingresen a esforzarse para ser mejores y progresar; es la ley de la vida. Además, el declive del beisbol boricua hace que ahora mismo no todos los equipos sean inalcanzables entre los actuales.

Por otra parte, si todavía no cuentan con infraestructura para ser sede, ¿qué cuesta cambiar la normativa en la confederación para permitir que haya participantes sin obligación de ser también anfitriones? Pudiera colocarse un plazo razonable, digamos 10 años, para que construyan o reacomoden sus estadios. El ser parte de la fiesta va a motivarles a acelerar esas mejoras.

Llama la atención que el principal obstáculo a todo esto provenga de las dos ligas que cuentan con menor asistencia y menores resultados organizativos.

Como sea, este tiene que ser el siguiente paso para dar nueva vida a la Serie del Caribe y encaminarla lo antes posible a convertirse en una competencia de países o de ligas, más que de equipos. Porque veamos el caso del Magallanes: ¿son realmente los turcos? ¿O es una representación plural de la LVBP la que está en acción?

Si los organizadores asumen lo que es un hecho desde hace años e inscriben una selección representativa de cada circuito, aunque sean peloteros de ligas independientes, la Serie del Caribe se puede salvar.

Ante los casi insalvables obstáculos que impiden la asistencia de las estrellas, por la cercanía del spring training, ese es el camino que queda.

Via http://www.elemergente.com

No hay comentarios.:

Publicar un comentario