24 julio 2012

Al “Patón” no le hizo falta saber leer ni escribir ..| Se cumplen 100 años desde el nacimiento del primer bigleaguer venezolano

"Paton" Carrasquel
CARACAS.- Febrero de 1939: Alejandro Carrasquel toma un avión con trayecto a La Habana (Cuba)-Florida (Estados Unidos), junto a su mamá, porque a él le daba miedo viajar solo.

Pero al llegar al puerto de Tampa, le prohíben ingresar a territorio estadounidense al no saber leer ni escribir. El analfabetismo fue uno de los muchos obstáculos que debió superar este caraqueño, que hoy cumple 100 años de haber nacido.

Famoso por ser el primer grandeliga venezolano en la historia, el “Patón” (apodado así por el tamaño de sus pies) fue mucho más, como lo recuerda el historiador Javier González. 

“‘Patón’ es un monumento al coraje y la voluntad de una persona. No sabía leer ni escribir, jamás había salido del país, tampoco hablaba inglés. Y aún así llegó a Estados Unidos para convertirse en el pionero del primer deporte en nuestro país”, indica González, uno de los autores del libro Patón Carrasquel.

“Cuando el “Patón” intentó ingresar a Estados Unidos estaba comenzando la Segunda Guerra Mundial, y el Gobierno tenía una normativa especial: si eras inválido o analfabeta mayor de 18 años no podías entrar. Sin embargo, su talento era tan grande que el dueño de los Senadores de Washington pagó la fianza de 400 dólares para que pudiera ingresar. Eso reflejaba el gran valor de este caraqueño”.

Debut inolvidable
Tras triunfar en México y Cuba como pelotero, Carrasquel llegaba al Olimpo del beisbol y su estreno, el 23 de abril de 1939, se dio ante los poderosos Yanquis de Nueva York. Entró a relevar en el cuarto episodio, con bases llenas y dos outs, y en el cajón de bateo uno de sus ídolos: Joe DiMaggio.

“Siempre que venía al país nos contaba esa historia”, recuerda su sobrina Maritza. “Nos decía que cuando se subió al montículo estaba muerto de miedo. Pero dijo para sí mismo: ‘bueno Ale, ya estás aquí, tú mismo eres. Y dominó a DiMaggio con un rolincito a sus manos. Le brillaban los ojos cuando echaba el cuento”.

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