Carlos Zambrano puede haber elegido la ruta ideal para probar que pertenece a las grandes ligas, al aceptar ir a una liga independiente...
Carlos Zambrano apuesta al camino que Bob Abreu rechazó.
El pitcher fue vinculado este martes a la Liga del Atlántico por dos periodistas cercanos a ese circuito independiente. No es una sorpresa.
El agente Félix Luzón adelantó hace una semana que pronto habría noticias respecto al carabobeño y es sabido que muchos astros a la baja, desde Rickey Henderson y José Canseco hasta más recientemente Dontrelle Willis y Vladimir Guerrero, han buscado en la Liga del Atlántico la ruta de vuelta a las grandes ligas.
Además, durante el spring training se asomó la posibilidad de que el Toro fuera a lanzar en Japón, lo que es comparable a aceptar un contrato con los Patos de Long Island.
Pero ya que Zambrano rechazó la idea de ser relevista arriba o ser abridor en las menores, a diferencia de lo que hizo Freddy García, surge el contraste con esta decisión de buscar el retorno haciendo una parada en Long Island.
Jugar en la Liga del Atlántico es muy similar a hacerlo en triple A. Hay cierto nivel competitivo y asisten unos pocos miles de aficionados por encuentro, los viajes son en autobús, los ingresos son discretos y cada quien debe cargar su maleta al llegar al hotel y cruzar por el lobby, hacia la habitación.
Es un cambio de estatus drástico para quien estuvo en la gran carpa. García hablaba de eso días atrás, al festejar su ascenso con los Orioles, tras un mes en las menores.
Hay, sin embargo, una diferencia capital para quienes, como Willis, Guerrero o Zambrano, ven estas pasantías como un trampolín: figuras de tal nombradía suelen incluir una cláusula para invocar su libertad si una organización de grandes ligas se interesa en ellos.
Es casi lo mismo que mantener la libertad de negociación, mientras se compite y se ponen a prueba las condiciones.
Es más fácil que aparezca una oferta de una novena necesitada repentinamente de pitcheo, si los scouts han visto poner buenas actuaciones a un serpentinero en la Liga del Atlántico. Más fácil que si sus agentes intentan convencer a los gerentes de que el monticulista está trabajando por su cuenta y se mantiene en gran forma física en su casa.
En triple A, el nativo de Puerto Cabello estaría obligado a esperar por el llamado, como ocurrió con su compatriota y Baltimore. Pero si no surge la necesidad, no hay llamado.
En Long Island, en cambio, el diestro podrá recibir llamadas no de uno, sino de 30 divisas, si brilla sobre el morrito y dependiendo de las carencias que surjan arriba en las semanas por venir, muy especialmente cuando se acerque la recta final. No es una jugada desesperada y puede rendir frutos este mismo año.
Zambrano celebrará su trigésimo segundo cumpleaños el 1° de junio. En teoría, aún debería tener cápsulas de sobra en la faltriquera.
Ha lanzado mucho y desde muy joven, porque fue subido a los 20 y necesita apenas 41 innings para ser el tercer criollo con 2000 entradas, emulando a García y Johan Santana. Eso cobra factura.
Pero la razón por la que el porteño no se mantiene como un as en las grandes ligas tiene que ver más probablemente con su modo de reaccionar, ver y vivir la vida, más que por inconvenientes físicos.
No es descabellado creer que, así como los Cachorros perdieron la fe en él debido a los incidentes que protagonizó, otras organizaciones mantengan las mismas reservas que desarrollaron los oseznos.
También pareciera que el Toro ha moderado su deseo de competir, movido por otras necesidades personales: la familia, su dedicación a la religión.
Abreu prefirió arriesgarse y tomar un sabático. Al ir a la Liga del Atlántico, Zambrano confirma que quiere volver a las grandes ligas este mismo año.
@IgnacioSerrano
No hay comentarios.:
Publicar un comentario