.- El clubhouse de la derecha del estadio Universitario abrió ayer sus puertas. En medio de las reparaciones que le realizan a la mayoría de las zonas del parque, el personal de los Tiburones comenzó a desempolvar los cascos y demás implementos del equipo.
A media mañana apareció Rényel Pinto, la última adquisición vía cambio de los escualos. Solo pasaron unos minutos para que el zurdo vistiera de pelotero y se colgara jersey y gorra de su nuevo club.
“Me siento bastante bien. La gente de Tiburones me colocó un entrenador físico y hoy (ayer) comenzamos duro. Hice diez minutos de resistencia para ver qué tan fuerte estaba. También solté el brazo y corrí un poco”, explicó el siniestro, quien pasó el año entre su natal Cúpira y Maracay, luego de un fugaz intento en la pelota mexicana.
El mirandino desea llegar a tono al arranque de los entrenamientos de los escualos, el 16 de septiembre. “Quiero hacer lo mismo de hace dos temporadas (cuando ganó el Pitcher del Año). Mi misión es perder tres o cuatro kilos. Cuando lleguen todos los compañeros ya estaré en condiciones”.
La llegada al conjunto salado genera muchas expectativas en Pinto. Además de estar más cerca de su familia, que vive en Aragua, podrá desempeñarse con una divisa que en alguna ocasión le causó curiosidad. “Cuando estaba con Caribes siempre me llamó la atención jugar un La Guaira-Caracas o un Caracas-Magallanes. El destino permitió que este año pueda saber lo que se siente… Tiburones tiene una fanaticada muy buena, siempre están apoyando a su equipo. Desde afuera se ven muy unidos. El ambiente que le coloca la samba al juego es excelente. Me cayó bien este cambio”.
Del otro lado
Pinto pasó catorce años dentro de las filas de los Caribes de Anzoátegui, club por el que guarda todavía un poco de nostalgia. “Ese es el equipo donde me hice pelotero. Desde novato estaba en su organización y ya tenía muchos vínculos con la fanaticada, pero esto es un negocio y debo pasar la página”, explicó.
El siniestro, grandeliga por cinco campañas con los Marlins de Florida, aseguró no tener arrastrar tipo de secuela por la lesión en la mano que sufrió el año pasado y le hizo perder casi toda esa temporada en Japón. “Ya no siento nada. Eso quedó atrás”, indicó.
La mejor zafra del serpentinero en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional fue la que alcanzó en la 2011-2012, donde fijó registro de seis victorias y una derrota, con 2.43 de efectividad, 73 ponches, 33 boletos y 1.13 de WHIP, en 77.2 tramos. Suficiente para ganar el Pitcher del Año en su primera campaña como abridor a tiempo completo.
Sin embargo, ese dominio no lo pudo mostrar en la siguiente zafra, donde culminó con tres triunfos, cuatro derrotas, 5.08 EFE y relación de 42 ponches por 38 boletos. Precisamente, uno de sus principales agresores fueron los Tiburones, el mismo conjunto al que defenderá desde el venidero torneo. “De hace dos años para acá ellos me batearon mucho. Es el único equipo que a mí me ha sacado las verdes. Cada vez que los enfrentaba me hacían tres, cuatro o cinco carreras. Gracias a Dios, ahora pertenezco a ellos”, dijo. “Será bueno verme lanzando para el equipo que tiene uno de los lineups más temidos de la liga”.
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