NUEVA YORK -- Joe Girardi le atrapó a muchos lanzadores de categoría en su carrera como receptor de Grandes Ligas. Pero ninguno de ellos, destacó el timonel de los Yankees, era tan bueno como el panameño Mariano Rivera.
"Atraparle a Mariano era algo especial", elogió Girardi. "Lo he dicho muchas veces: Rivera es el pitcher más grande al que yo le he atrapado, y también fue el más fácil de atraparle".
Mariano recibió el domingo un conmovedor homenaje en el Yankee Stadium, un acto en el que su número 42 fue retirado formalmente, y Girardi se pasó hablando y elogiando la carrera del más grande cerrador en la historia de Ligas Mayores.
El timonel y ex receptor habló de sus recuerdos atrapándole a Rivera cuando jugó para los Yankees a finales de la década de los 90. Girardi recordó que todo lo que necesitaba era que su abridor saliera avante en seis entradas en un partido importante, porque sabía que podría contar con Rivera para que lanzara los últimos dos innings.
"Me trajo comodidad como jugador. También me trajo comodidad como manager", expresó Girardi. "Sientes que cuando Mo sube a la loma, el juego ha terminado. Esa es una ventaja para tu club, porque también le brinda paz a tus jugadores. Y existe la preocupación en el otro equipo. Por todo eso, me ha traído mucha paz".
Girardi también habló de la diferencia entre el Rivera al que le atrapó a finales de la década de los 90 y el Rivera que ha dirigido en 2013. El taponero de los Yankees ha desarrollado un sinker desde que Girardi le atrapó por última vez -- "Tenía que buscar la forma de controlar más a los bateadores derechos", dijo Girardi - y su recta ya no registra las 96 ó 97 millas por hora como en los mejores años de su carrera. Aunque lo único que no ha cambiado es su recta cortada.
"Creo que fue extremadamente bendecido con un don, No. 1. y No. 2, creo que utilizó ese don de la mejor manera y lo mantuvo simple", indicó Girardi. "Su mecánica de lanzar era impecable. A la hora de fildear también era muy seguro. Un atleta destacado que nunca trató de engañar a nadie. Simplemente iba tras los bateadores y no desperdiciaba lanzamientos. … Se convirtió en todo un maestro en la loma, el mejor que he visto".
Y quizás más importante aún, Girardi habló acerca de cómo Rivera nunca dejó que una oportunidad de salvamento desperdiciada o una mala presentación le afectaran al día siguiente. No importaba si Rivera lanzó un inning perfecto o cedió dos carreras para perder ese juego; al día siguiente, el panameño era el mismo de un día antes.
"Nunca he visto que eso le afecte, desde el punto de vista de personalidad, al día siguiente", precisó Girardi. "Es realmente difícil darse cuenta si eso le afectó desde el punto de vista de su personalidad ese día, porque es el mismo todo el tiempo. Y creo que eso es extremadamente importante como cerrador, porque creo que le permite recuperarse y contar con esa confianza al día siguiente".
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