NUEVA YORK -- Los Gigantes de San Francisco que conquistaron la Serie Mundial de 2010 fueron definidos como un conjunto de jugadores excéntricos como Tim Lincecum, complementado con descartes de otros clubes, y que hizo de ganar sufriendo una especialidad.
El equipo que se coronó en 2012 recibió el calificativo de irreductible, que ganó seis partidos seguidos con la soga al cuello al borde de la eliminación.
¿Qué se puede decir del que inesperadamente está este año en la serie de campeonato de la Liga Nacional? Digamos que es una amalgama de las dos versiones previas.
De los diez equipos que se clasificaron a los playoffs, los Gigantes fueron tal vez el que menos encandilaba.
Menguados por las lesiones que dejaron fuera a su as Matt Cain, al jardinero central y primer bate Ángel Pagán, al segunda base Marco Scutaro y el año irregular de Lincecum, San Francisco dejó escapar la amplia ventaja de nueve juegos y medio que tenía a inicios de junio sobre los Dodgers en su división.
Su récord tras el Juego de Estrellas fue un mediocre 35-31, logrando aferrarse el segundo wild card de la Liga Nacional.
¿Cuál es el secreto del éxito? ¿Cuál es la fórmula de su temple para salir triunfantes en juegos de alta tensión? ¿Qué es lo que motiva a su pitcher Tim Hudson para salir a decir que tenían más agallas que los Nacionales?
Al dejar en el camino a Washington, un adversario que tuvo el mejor récord del circuito en la temporada regular, San Francisco ganó tres de los cuatro juegos de la serie de primera ronda imponiéndose siempre por el margen mínimo de una carrera.
Ganan raspando la olla. En la victoria 3-2 en el decisivo cuarto partido, impulsaron sus tres anotaciones mediante un lanzamiento descontrolado, un boleto con las bases llenas y un rodado al cuadro interior, o sea sin necesidad de conectar un hit.
"Lo que ocurre con estos jugadores es que ya han pasado por esto, juegan con serenidad", explicó Bruce Bochy, el mánager que aún no conoce derrota en una serie de postemporada al mando de los Gigantes. "Cuando has estado con tu espalda contra la pared tantas veces en la postemporada, esa experiencia no tiene precio".
"El núcleo tiene mucha experiencia disputando partidos trascendentales... Eso te permite crear esa fortaleza mental", subrayó.
Y tienen líderes como Hunter Pence, el jardinero derecho que casi se rompió la espalda al chocar contra la verja del AT&T Park para atrapar el martes un batazo de Jayson Werth en el sexto inning.
Esa jugada de Pence avala que lo suyo no es hablar por hablar como ha hecho con sus encendidas arengas a sus compañeros, como la que fue grabada con palabrotas tras asegurar el wildcard, pidiendo ganar otra Serie Mundial con un intervalo de un año de por medio.
Recuerden lo que mencionó Pagán sobre Pence durante la serie de división ante los Rojos en 2012, en la que San Francisco perdió los primeros dos juegos en casa y luego barrió en los tres posteriores en Cincinnati para avanzar. El discurso de Pence "nos hizo sentir como guerreros que salimos a cazar gente", dijo Pagán.
Más allá los equipos de la era Bochy, con el núcleo integrado por el tercera base Pablo Sandoval, el receptor Buster Posey y el abridor Madison Bumgarner, es que los años pasan y el equipo se afinca con sus lanzadores.
Hudson, Jake Peavy y el venezolano Yusmeiro Petit pasaron a ser las nuevas cartas en la rotación tras la baja de Cain y cuando se le perdió la confianza a Lincecum.
Mientras otros sufrían con bullpens frágiles, el relevo de los Gigantes se ha mantenido sólido con la dupla conformada por Sergio Romo y Santiago Casilla.
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